sábado, 11 de mayo de 2013

FACTORES DE RIESGO

Hipertensión arterial: síntomas y consecuencias

¿Qué síntomas produce?

La sintomatología  que puede acompañar a la hipertensión arterial es muy variada. Puede ocurrir que la hipertensión arterial no dé ninguna sintomatología y su descubrimiento sea casual (por revisiones médicas, cirugías, etc..).
En otras ocasiones, se descubre a raíz de la presencia de determinados síntomas como dolores de cabeza, hemorragias nasales espontáneas, sensación de inquietud, nerviosismo... y de forma menos frecuente por elevaciones bruscas y severas de la tensión arterial que se acompañan de dolor de cabeza intenso, sensación de frialdad y angustia, palpitaciones, temblor.
Las manifestaciones clínicas de la hipertensión depender en gran parte de la posible causa que la puede originar. En determinados procesos el inicio de la hipertensión puede ser brusco con elevaciones severas de la tensión arterial en forma de crisis.

Consecuencias de la hipertensión arterial:

La presencia de una presión excesiva de la sangre daña de forma importante el sistema vascular, sobre todo cuando no es controlada, y debido a la lesión de ese sistema cualquier órgano puede resultar afectado. Este deterioro de las arterias se debe en gran parte al desarrollo de arteriosclerosis, una enfermedad grave que evoluciona más deprisa cuando además existen trastornos importantes del metabolismo de las grasas y azúcares.
La hipertensión arterial obliga al corazón a realizar un mayor trabajo para bombear la sangre. Debido a ese esfuerzo la pared muscular del corazón aumenta de tamaño precisando más sangre para alimentarse. Esa sangre proviene de las coronarias, unos vasos que también resultan dañados por la hipertensión arterial y las posibles enfermedades metabólicas asociadas.
Como consecuencia puede producirse una falta de riego de la musculatura del corazón o isquemia que de forma aguda deriva en una angina o infarto agudo de miocardio. Ese esfuerzo excesivo del corazón conlleva a largo plazo un agotamiento del mismo, entrando el paciente en insuficiencia cardíaca.
El riñón recibe un excesiva presión de la sangre, destruyéndose sus unidades funcionales y desarrollando una insuficiencia renal progresiva con pérdida de proteínas y un peor manejo de la sal y de los líquidos (agravándose la hipertensión arterial).
El sistema arterial del cerebro se deteriora no llegando bien la sangre a determinadas áreas (de forma local o difusa) generándose uno o varios infartos (unas veces importantes y otras veces pequeños pero repetidos), o bien la ruptura de alguna arteria (favorecida por la excesiva presión de la sangre) produciéndose una hemorragia. La vista resulta dañada debido a que los pequeños vasos de la retina sufren también con la presión excesiva. La llegada de la sangre a otros territorios con el tiempo también resulta perjudicada apareciendo problemas de circulación en las piernas (claudicación) o incluso otras zonas como el intestino.









FUENTE:CUN.ES

                           

HIPERTENSIÓN ARTERIAL

¿Qué es?

La hipertensión arterial es el aumento de la presión arterial de forma crónica. Es una enfermedad que no da síntomas durante mucho tiempo y, si no se trata, puede desencadenar complicaciones severas como un infarto de miocardio, una hemorragia o trombosis cerebral, lo que se puede evitar si se controla adecuadamente. Las primeras consecuencias de la hipertensión las sufren las arterias, que se endurecen a medida que soportan la presión arterial alta de forma continua, se hacen más gruesas y puede verse dificultado al paso de sangre a su través. Esto se conoce con el nombre de arterosclerosis.

Causas

Se desconoce el mecanismo de la hipertensión arterial más frecuente, denominada "hipertensión esencial", "primaria" o "idiopática". En la hipertensión esencial no se han descrito todavía las causas especificas, aunque se ha relacionado con una serie de factores que suelen estar presentes en la mayoría de las personas que la sufren. Conviene separar aquellos relacionados con la herencia, el sexo, la edad y la raza y por tanto poco modificables, de aquellos otros que se podrían cambiar al variar los hábitos, ambiente, y las costumbres de las personas, como: la obesidad, la sensibilidad al sodio, el consumo excesivo de alcohol, el uso de anticonceptivos orales y un estilo de vida muy sedentario.
  • Herencia: cuando se transmite de padres a hijos se hereda una tendencia o predisposición a desarrollar cifras elevadas de tensión arterial. Se desconoce su mecanismo exacto, pero la experiencia acumulada demuestra que cuando una persona tiene un progenitor (o ambos) hipertensos, las posibilidades de desarrollar hipertensión son el doble que las de otras personas con ambos padres sin problemas de hipertensión.
  • Sexo: Los hombres tienen más predisposición a desarrollar hipertensión arterial que las mujeres hasta que éstas llegan a la edad de la menopausia. A partir de esta etapa la frecuencia en ambos sexos se iguala. Esto es así porque la naturaleza ha dotado a la mujer con unas hormonas protectoras mientras se encuentra en edad fértil, los estrógenos, y por ello tienen menos riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, en las mujeres más jóvenes existe un riesgo especial cuando toman píldoras anticonceptivas.
  • Edad y raza: La edad es otro factor, por desgracia no modificable, que va a influir sobre las cifras de presión arterial, de manera que tanto la presión arterial sistólica o máxima como la diastólica o mínima aumentan con los años y lógicamente se encuentra un mayor número de hipertensos a medida que aumenta la edad. En cuanto a la raza, los individuos de raza negra tienen el doble de posibilidades de desarrollar hipertensión que los de raza blanca, además de tener un peor pronóstico.
  • Sobrepeso: los individuos con sobrepeso están más expuestos a tener más alta la presión arterial que un individuo con peso normal. A medida que se aumenta de peso se eleva la tensión arterial y esto es mucho más evidente en los menores de 40 años y en las mujeres. La frecuencia de la hipertensión arterial entre los obesos, independientemente de la edad, es entre dos y tres veces superior a la de los individuos con un peso normal. No se sabe con claridad si es la obesidad por sí misma la causa de la hipertensión, o si hay un factor asociado que aumente la presión en personas con sobrepeso, aunque las últimas investigaciones apuntan a que a la obesidad se asocian otra serie de alteraciones que serían en parte responsables del aumento de presión arterial. También es cierto, que la reducción de peso hace que desaparezcan estas alteraciones.
FUENTE: DMEDICINA